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Una historia de la Rumba: de los humildes solares de barrios a los grandes congresos internacionales de Salsa

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ImageComo tantas otras músicas afro-latinas, la Rumba cubana nació en barrios marginales donde se asentaban poblaciones pobres y mixtas. De hecho, es en los solares pobres de los puertos de Matanzas y La Habana, donde los negros, que representaban la mayoría, convivían con algunos blancos, que ella nació al fin del siglo XIX.  Al mismo tiempo, por otra parte, muchas otras músicas cubanas se derivarían de procesos similares de mezcla cultural, como el Son o el Danzón.

Durante mucho tiempo, la Rumba siguió siendo una música marginal, una expresión de los sentimientos y experiencias de lo más bajo en la escala social de la población. Un hecho que se refleja tanto en el carácter informal de sus prácticas, como en los textos de sus canciones – cuyo corpus es una especie de crónica de la vida del barrio -, y también en su lenguaje fuerte y mixto, mezcla de español y términos de origen africano. Considerada por la sociedad dominante como una forma de expresión vulgar y licenciosa, practicada por negros incultos y vagamente peligrosos, estaba sometida a una forma de estigmatización y de rechazo.

ImageY, sin embargo, incluso si aún no estaba ya reconocida en si mismo como un género respetable, la Rumba empezó a partir de la década de 1920 a ejercer una influencia creciente, aunque indirecta, en el desarrollo de la música cubana de entretenimiento. Entonces, La Habana se transformó en una gran capital de la vida nocturna, ávida de ritmos bailables. Un proceso que se aceleró considerablemente durante la década de 1940 y especialmente en 1950, como resultado indirecto de las considerables inversiones realizadas por la mafia norteamericana en hoteles, casinos y clubes nocturnos de la ciudad (foto al lado: El cabaret Tropicana en 1956).

ImageDe hecho, para animar todos estos lugares de placer, donde se reunían los turistas estadounidenses y los miembros de la burguesía cubana, era necesario recurrir a los servicios de muchos artistas: bailarines, cantantes o músicos. Estas oportunidades produjeron un extensivo llamado, atrayendo talentos de todo el país hacia los cabarets de La Habana, especialmente talentos artísticos de los barrios pobres de la capital como Jesús María o Atarés. En efecto, en estos barrios la práctica en la calle desempeñaba el papel de una gigantesca escuela de artes a cielo abierto, dando a través de la práctica diaria de la Rumba y las polirritmias afrocubanas, una formación empírica, pero de alta calidad, a miles de artistas en ciernes (foto al lado: Bailarines de Rumba popular, Cuba, 1950).

ImageEs cierto que no es exactamente la Rumba de calle o el toque de Bembé lo que estos artistas reprodujeron en las escenas de cabaret de La Habana, sino una música elegante y estilizada, con un sabor exótico un poco artificial, y cuidadosamente purificada de su vulgaridad plebeya para adaptarse a los gustos de una burguesía blanca y cosmopolita. Una transformación que llevará a la aparición de nuevos ritmos como el Mambo, el Diablo o el Chachachá… (Foto al lado: Bailarína en un cabaret de La Habana, 1946).

ImagePero detrás de la máscara distorsionante de los espectáculos de cabaret, es la energía de la Rumba y del afrocubano que estaba ya trabajando para crear la música cubana moderna de entretenimiento, que luego brillará en todo el mundo; abriendo al mismo tiempo perspectivas inesperadas de carrera internacional para muchos artistas de los barrios pobres (foto al lado: Banda Gigante de Benny Moré).

La revolución castrista va a tener un impacto considerable en los mecanismos de creación y difusión de la música popular cubana, tanto en términos de su influencia internacional como de sus orientaciones estéticas. De hecho tuvo en primer lugar el efecto de destruir la industria de la vida nocturna Imageque tanto contribuyó a la influencia de la música cubana en la década de 1950; luego, llegó a la aparición de una burocracia cultural que inhibió el dinamismo artístico. Pero también, se reflejó en el establecimiento de una política cultural para promover la música y las danzas folklóricas, lo que contribuirá significativamente al desarrollo y la renovación de la Rumba y de lo afrocubano, ahora reconocidos como expresiones artísticas y culturales (foto al lado: Muestra al Conjunto Folklórico Nacional en la década de 1980).

ImageEn el momento actual de su renacimiento internacional, la música cubana poseía la característica única de ofrecer una estética al mismo tiempo adaptada a las expectativas del gran público mundial y profundamente arraigada en las tradiciones musicales locales, de quien la Rumba constituye una de las principales manifestaciones.

Ella entonces ofrece una alternativa seductora al desvanecimiento de otras músicas afro-latinas, transformadas por la industria del entretenimiento global en productos recreativos de masas (foto al lado: Espectáculo de Yambú, Conjunto Folklórico de Oriente, 2015).

Fabrice Hatem

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